Fue un deseo de superación, una inconformidad con las circunstancias prevalecientes en la generación actuante, donde el egoísmo, la pobreza de ideales, el escepticismo estéril y la pedantería habían impregnado el ambiente. Fue el deseo de congregar a las mejores voluntades, para construir una patria próspera, libre y espiritualmente fuerte, lo que determinó que el Pentathlón naciera.

A las seis de la mañana del día 9 de julio de 1938, en una calle adyacente al viejo Estadio Nacional, cuando se reunieron por primera vez doce estudiantes de la Facultad de Medicina, a quienes se les ha dado el título de:


FUNDADORES de la Institución

  • Jorge Jiménez Cantú
  • Andrés Luna Castro
  • Luis Sáenz Arroyo
  • Alfonso de Icaza e Icaza
  • Gines Navarro Díaz de León
  • Fidel Ruiz Moreno
  • José Urbano Blanchet Ceceña
  • Ángel Pérez AraGón
  • Joaquín de la Torre
  • Braulio Peralta Rodríguez
  • Carlos Retteg Solano
  • Carlos Niño de Rivera

 

Además figuró como primer instructor, considerado también como fundador, el TENIENTE GONZALO HIDALGO.

 

Las prácticas a partir de entonces fueron diarias al amanecer; y desde ese día hasta la fecha, se han reunido ininterrumpidamente grupos de jóvenes, que principian a trabajar esforzadamente antes de la salida del sol, tratando de mejorar su condición física mediante una cultura deportiva que mejora la salud, su agilidad, su fuerza y su resistencia. La auto disciplina, aceptada voluntariamente por los iniciadores, fue de carácter militar, por considerar que ella ofrece oportunidades de ejercitarse en la obediencia y el mando; mejora y hace más pronta y fuerte la voluntad, orienta la agresividad matizándola con nociones de nobleza, de honor, de sacrificio y de íntima convicción del deber.

Las prácticas y disciplina militar del Pentatlón Universitario son un medio para procurar un mejor desarrollo integral; nunca han sido consideradas como un fin en sí mismas, menos aún se ha pretendido organizar un grupo oponente a nuestro Ejército, por el contrario, siempre se ha fomentado en las filas del Pentathlón, sentimiento grato y cordial con nuestras fuerzas Armadas; muchas de sus normas formativas, han servido de ejemplo y estímulo; la amistad con personalidades cultas del Ejército y Armada de México, nos enteraron de la existencia de grandes valores positivos que trabajan sin ostentación, sin codicia, con limpieza de propósito y con austeridad frecuentemente heroica. Hemos conocido hombres de gran talla moral, entre los Generales, Jefes, Oficiales y tropa.

Los núcleos juveniles del Pentathlón, desde su origen han sido autónomos, jamás se pensó organizar estos núcleos para entregarlos a ningún cuerpo político o sectario, ni a autoridades universitarias civiles o militares, para que fueran gobernados o administrados; el gobierno y la administración de estos núcleos debería ser inmanente, del seno mismo de la juventud con espontánea aceptación, sin forzamiento ni amenazas, ni inspirados en intereses personales, económicos o políticos. Así se pensó, así se principió y así ha sido hasta hoy. Esta es una característica singular del Pentathlón.

El Pentathlón ha enseñado que la juventud debe capacitarse para resolver sus problemas poniendo en juego su inteligencia, su intrepidez, su voluntad y su trabajo.

Enseñar al joven a valerse sin ayuda de nadie, es darle noción cabal de sus posibilidades, crearle confianza en sí mismo, es despejarle el camino del éxito.

Convencer a la juventud que toda obra constructiva reditúa con provecho personal y colectivo, equivale a darle una verdadera noción de justicia cuando también se le demuestra, que la apatía, la holganza, el parasitismo social, el abuso y la agitación disolvente, son actividades punibles que no merecen premio sino castigo.

Las ideas del Pentathlón pronto germinaron en el ánimo generoso de la juventud universitaria, las actividades de los iniciadores fueron conocidas en todas las facultades, aumentando el número de muchachos entusiastas, contribuyendo con sus ideas en un mejor desarrollo del programa de trabajo, el que se vio mejorado con las iniciativas, y las experiencias diarias; al hablar de iniciativas el Pentathlón ofrece la más amplia libertad para que se expongan, se manifiesten y se ensayen.

 

 

Es una costumbre que forma parte de los mismos principios, pedir a todos los miembros activos que sugieran ideas para mejorar los procedimientos, sin menoscabo de la disciplina; no sólo se permite la crítica sana, sino que se fomenta en un ambiente de amistad abierta y sincera, en este sentido es una organización demócrata efectiva.

El respeto al individuo, como persona y el respeto al orden jerárquico en el proceso de las actividades, constituye obligatoriedad de principios, sin embargo fuera de las prácticas, no hay diferencia de mayor o menor; en ninguna otra parte hemos tenido la oportunidad de ver compaginadas la camaradería con el respeto y la lealtad en las circunstancias de mando y de subordinación.

Los principios del Pentathlón no son privativos de una clase ni de casta, por ende, no se limitan a los estudiantes universitarios, sino que se extiende a toda la juventud, de ahí que pronto se logró que en las filas ingresaran muchachos del Instituto Politécnico Nacional.

Este hecho lo hemos considerado de trascendencia, pues conocedores de que la calidad humana es la misma de unos y de otros, la pretendida y vieja diferencia entre U.N.A.M. y POLI que se divulgó como irreconciliable y de contenido espiritual y social diferente, constituye una estupidez o una punible calumnia para las dos instituciones más distinguidas del país; el Pentathlón ha demostrado lo contrario, ha demostrado la verdad.

El deporte, las prácticas sociales, el fomento al amor, a la naturaleza avivada en nuestros magníficos escenarios de montañas, confirmó el propósito sustentado de hacer extensiva la organización a la juventud del campo, desposeída de alicientes poco reconocida en su grandeza espiritual y su devoción a la Patria como si el trabajo de la tierra tuviese la virtud de aproximar mejor al alma colectiva.

En la mayoría de los Estados de la República se organizaron grupos de Pentathlón, en pocos años, miles de jóvenes tuvieron tránsito esforzado y luminoso por una organización nueva, la vena fluida y constante de la juventud da al Pentathlón un carácter de perennidad, un constante principiar en el yunque del ideal.

Se congregaron y se congregan los jóvenes en trabajos de orden social y de beneficio común, este es uno de los capítulos más estimados del programa de actividades: las manos encallecidas por la pala, el pico, el azadón, tienen la virtud de hacernos sentir más nobles y más recios.

¿Será posible que el Pentathlón pueda servir de inspiración para que en un futuro se sirva a la Patria y se dignifique a la juventud con un servicio social nacional? ¿Con una conscripción atlética y de trabajo social?.

Los hechos forman la historia del Pentathlón, su Código Fundamental, su Ideario, sus regocijadas anécdotas, sus personajes distinguidos de ayer y de hoy, permitirían escribir copiosamente; hemos querido circunscribirnos dentro de un espacio muy limitado a decir algo de lo que consideramos imposible de omitir, no obstante, en el cuadro pequeño de una instantánea, insistiremos en que la institución es apolítica, pero ello no impide que cada joven sea definido en sus convicciones, no importando cuáles puedan ser; ninguna taxativa de orden político o religioso es impuesta, se suman las afinidades y se omiten las discrepancias.

En este cuadro cabe mencionar a los Internados del Pentathlón que sirven a cuatrocientos estudiantes en la ciudad de México, desde el régimen presidencial del General Manuel Ávila Camacho y que fueron propiciados por la ejemplar comprensión, desinterés personal y franca determinación de uno de los guías más entusiastas de la juventud, el doctor Don Gustavo Baz Prada personalidad distinguida de la cultura mexicana.

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